lunes, 26 de abril de 2010

Volcado de Memoria.

http://www.youtube.com/watch?v=lRpjgnVc-NY

Perdí, el sitio
y la hora; perdí
la noción de la verdad
de las cosas, que
ahora recupero
en un intento
de surcar el tiempo
con un fuerte vuelo.

Deambulando en esta
mañana, entre gente
que va a trabajar
y niños con legañas
que van a pensar
en las musarañas que
venden en los colegios.

http://www.youtube.com/watch?v=cG0qv9s0VNo

En mi local
se abre al amanecer
y también hay
al final vampiros
que nunca desaparecen,
absorbiendo la poca sangre
que me late aún bien fuerte.

Cuando los trenes llegaron
no había nadie en los andenes
y se tuvo que marchar
vacío, como la suerte dominante
en esta pobre jugada, llevando
la carta menos alta.

Lo frustrante es que
de a otra tus placeres, que escriba
líneas vacías de remitente
aunque piense siempre
en todas las chinescas
escenas que inventé
con las sombras de
tu cuerpo en
mi pared.

http://www.youtube.com/watch?v=QYEC4TZsy-Y

Un día perfecto:
para volcar palabras, para
vaciarse por dentro de tantos
rencores resumidos, para llenar
una página que nunca acaba, para
leer sediento de recuerdo, para añorar
otra posible parada.

La tranquilidad vendrá
cuando el cuerpo consumido
se deje vencer por el cansancio, no
por adulterados espectáculos para
adultos sin conciencia en la fisura
de la antigua brecha.

http://www.youtube.com/watch?v=_1eGIIPtn-s

Sólo es un intento de
reclamar la parte de verdadero
que tiene este cruel vertedero
utilizado como bastardo cenicero;
que soporta las cargas del día y las
idas y venidas provocadas por las altas esferas.

http://www.youtube.com/watch?v=cKiXYveusc0

Al final caen los graves, a mis oídos, por esos gruesos
auriculares que me descifran ceros y unos.

Armonía matemática
descompuesta en segundos
de coordinación que fluyen
lejos de donde se escuchan;
penetrando en la cabeza, dibujando
miles de paisajes e historias
incompletas.

Todo tiembla y los latidos parecen
acompañar al trip-hop
que surca la ola que genera
la onda que ahora taladra.

http://www.youtube.com/watch?v=WB17RP2vmLY

La guitarra que no atraviesa.
La batería que nunca completa el contratiempo y parece que no golpea.
Sentir el dolor en las yemas después de tocar.
El placer que da sentir, cuando la música sale de los dedos doloridos.
Y llena, dando sentido a todo, los rincones más recónditos del silencio.
Sin interrumpir su calma a veces.

Por hoy guardaré
la escalera de nueve peldaños
que me estoy haciendo
para ver hasta donde
mis dedos llegan.

Se ha derramado...

Pasen y vean, HOLOGRAMAS CULOFÓNICOS EN MARCHA.... http://www.myspace.com/flangersynesthesia



Se ha derramado
anfeta en mi ordenador
y estoy pensando
en chuparla.

Cualquier acto homicida
sobre uno mismo, puede
tener hasta incluso
gracia.

Revolverse en las cenizas
productivas es la mayor
satisfacción que encuentro
en el día a día.

Porque nunca fueron vanas
las explicaciones de lo
real; sesiones de segundos
sucediéndose, en destino
circular.

Dar la cara a la tétrica mirada
que es el rencor acumulado.

Derramando lentamente
la arena del reloj que
nos hace presos
de un principio
y un final.

Borrar líneas
escritas para
calmar la ansiedad
de recordar tantas
noches en vano
deambulando por los sentidos
alterados; la conciencia
ruge alterada
por las miles de impresiones
que recibo del ayer.

Inspirar fuerte el
aire que sube con
la nueva frecuencia
cambiante
en cada instante.

Con Bellot a los
oídos, cabalgando
con pasos fuertes
sobre densas
instrumentales.

Pensando en el polvo
del más allá del universo,
polvo sideral.

Según Oze el colocón
debe ser
astral.

miércoles, 21 de abril de 2010

Old Remembers

Old Remembers





Si hablo, de lo
que fue y ya no
será: hablaré a
la poesía.

Si saboreo, cada
trago de hiel
que vomito junto
a la bilis que escupo:
hablaré a la
poesía.

Si quité el velo y
me puse a escribir
recordándote: hablaré
a la poesía.

Si soy sincero siempre
creo que miento,
mas en lo profundo
de esos ojos
que ya no veo:
siempre hablaré
a la poesía.

Si las musas agradecen
nunca será a
ellas: hablaba
a la poesía.

Si surge, la lejana
voz reclamando
sereno reencuentro:
seguro, será
la poesía.

Badajoz, 19-4-2010 (Jack Red)

jueves, 15 de abril de 2010

Sesión de madrugada

Compartimos juntos simplemente una caja de cigarrillos y un par de copas furtivas en medio de un local cualquiera. Nos acompañábamos porque nos tocaba, porque la situación lo requería. Y a pesar de ser un papel obligado, lo interpretábamos bastante bien. Como dos jóvenes en medio de una clase de teatro improvisada.

La luz provenía de una lámpara situada muy bajo, dando una sombra larga que hacía fantasmales las expresiones.

Pegados los labios al cristal
del vaso eterno que no
declinaba la partida
hacia ninguna
posible
jugada.


Convencidos de que el instante era profundo y de que siempre lo recordaríamos, que nunca se nos perdería en lo eterno pero fragil de la memoria.

En un espacio conjugado
imposible como el
infinito.

-Ya te dije que no sabía escribir nada decente.

-Continúa...

Los cementerios de silencios nunca cierran
sus puertas a las moribundas almas
que gritan tan callados, buscando
decirse a ellos mismos dónde
queda lo buscado.

Ni el agua se atreve






Cuando parece que la calma reina
el puerto, las olas no suenan al batir
contra el grueso muro de hormigón.

Sabiendo, tan seguro como puedo, que
no vuelven los momentos que se fueron
ni las postales de un cálido invierno.

El recuerdo se vuelve en vano cuando
intentas plasmar algún sentimiento, que
carece de valor por el paso del tiempo.

Podrás desaparecer de todas las fotos
que miraba antes, estudiando cada
pliegue de una simple imagen.

Se volverían vanas las líneas y las horas
que pasé meditando sobre la fortuna;
¿serían válidas algún día?

¿Cómo hacer que el recuerdo desaparezca
aún no pudiendo borrar todas las huellas
que dejó por la orilla de ésta triste playa?

Ni el agua se atreve a borrar las marcas.


Jack Red. Salamanca, 6-4-2010

Muerte Cerebral (Part 2)

Las líneas no vienen
como no vino la melodía perfecta
para aquella madrugada.

Como no volvió el tren a pasar
por el anden de los sueños que transporta
a los humildes pasajeros.

Pasajeros que se apean con sus sucios
maletines transportando el poco equipaje necesario
para viajar a la ciudad de los sueños efervescentes.

Los raíles quedaron sepultados bajo
escombros de lo que en otro tiempo fue un
camino gastado por el tiempo, lejano

como este olvido que no cicatriza;
dejando humilde marca en la piel,
como la quemadura de un cigarrillo.

Es un barco sin motor que navega
rumbo hacia el paraíso terrenal, la ciudad
celeste tras ella enmascarada.

Soplaba entonces el fuerte viento
y el timón se movía por una extraña fuerza
que dominaba en medio del caos cíclico.

Hacia buen puerto pensaba que varaban
todos los barcos sin rumbo ni destino
que guiados por el amor se ciegan en el camino.

Pero siempre aconsejan llevar a buen
remedio cuando la niebla no deja ver
la tierra firme que hay tras ella.

Es imposible no decirlo, aunque tape
mi boca con tiras de trapo, aunque intente
olvidar con cada calada este sentimiento

que aun me cala, aunque vivas eterna
entre nubes de pensamiento acompañada
por inconclusas líneas mal emparejadas.

Chocan como ondas armónicas
nuestras frecuencias en el espectro
de lo visible a tus ojos.

Y yo con mi cruel
osciloscopio someto
a cruel análisis
cada uno
de mis
movimientos.


Jack Red. Salamanca, 27-2-2010

Muerte Cerebral (Part 1)



Descuido tus detalles de imprevisto
y me vuelvo humilde a vivir
entre viejos harapos
y poesías con otro
canto.

Genero incansables reclamos de
socorro absoluto encerrados
en la cárcel del olvido
que no quiere
olvidar.

Reclamo aquella cadera suave
en sueños recordando sin
quererlo, versos que
pensé recitarte
algún
día.

La muerte mental viene
pronto;
sembrando a su
paso una ristra de pesimismo
y abandono,
transformados
en gris y en un
profundo
sentido
de querer hacer arder todo
lo que escribo.


Jack Red. Salamanca, 11-2-2010

Invierno

A su manera, caen las gotas libres sobre el charco
dejando un círculo que avanza callado sobre el lecho
de los descansos de las lluvias de este frío Noviembre.

En Diciembre el aguanieve resonará en el cristalino
hielo de aquel tibio charco que reposa suave sobre
un manto de agua cálido por una extraña presencia.

Pero luego el frío volverá a hacer mella de nuevo
cualquier sórdido Enero, como vuelven siempre
a abrirse las heridas que se abrieron en otro tiempo.

Que el corazón nunca olvida porque amar es eterno,
aunque cortos sean los días de este solitario Febrero
y por mas que haga por olvidar aquellos dulces besos.

Jack Red. Salamanca, 2-3-2010

Explicación Irracional



I.

Llevo varias noches sometiéndome
al profundo psicoanálisis; con la misma
meticulosidad que pienso en aquello.
Por mas que miro directo a la ventana
de mis sentimientos no diviso a primeras
una breve explicación sincera.

Recuerdo un día en que la niebla ahogaba
el respirar de los transeúntes; y eso, a mí
me gustaba. Caminaba, como ingrávido, dejando
a mi paso largas líneas nunca jamás reveladas.

Cuentan que un día la vieron: vestida con su
habitual inocencia, sin una cara demacrada
por el malestar del tiempo, las ironías del destino
y las torceduras de pata de la vida.

Yo también fui consciente de aquel milagro
en una difusa y clara mañana, entre espejismos
y nuevas miradas. Continué camuflado, observándote
desde lejos, en la distancia.

Después de encomendarme a mil y una musas
en noches de desvelo eternas como páginas
por rellenar y versos inútiles lanzados al humo
que dibuja un cigarrillo y que consume el tiempo;
como si éste no existiese en sí: el cigarrillo
es el que marca el suceso de los acontecimientos.

Una mañana estaba aquí, lo recuerdo: reflejándose
en lo dorado de sus cabellos. El tiempo avanzaba
demasiado rápido, temiendo pararse alguna vez.
Encontré la conformidad entre sus formas una noche
mientras veía el cielo reflejado en sus ojos.

La constelación perfecta. El infinito se pierde justo ahí:
en la profundidad de la mirada pasiva, sin prisa.
Yo saboreaba cada gesto, cada recuadro de perfecta
fotografía, cada línea de poesía. Los suaves aromas.

Fue el mejor secreto nunca jamás revelado: aquella escena perfecta.
Recuerdo aquella historia, como una película, desde el instante
en que abandoné la sala. Terminó la película de la sesión de madrugada.

Esta mañana parece que he caído de la cama
y con el golpe me he llevado tres de las vidas
que me quedaban. Al despertar he comprobado
que aquel sueño tan real, es ilusión en la retina.

Entonces encuentro que no entiendo
absolutamente nada.

Mortifico mi subconsciente en convulsas
líneas llenas de nostalgia. Entre humos
me acomodo en esta triste velada, consumiendo
el cuerpo que antes flotando estaba.

Entre melodías me pierdo
como en las calles de una ciudad
innombrable, irreconocible
irracional como
este débil testimonio
de todo lo que
podría decir de la parte
de demonio
que tiene
el amor.

Tu no bajarás
de allí nunca;
es una pena
no poder volver
a subir y
verte.





II.

Escribo de nuevo testimonios de ayer
cuando quedan conjugados en el hoy
formando historia, de la que debo hablar.
¿Quién lo hará sino yo?

Anduvimos entrecruzados por la misma
vía de tren, aquella que no llevaba hacia
ningún destino fijo -el viento, marcaba
la invisible ruta que tenía que forjarse-.

Todos, al fin y al cabo, regresamos al
infortunio de nuestras viejas y aburridas
vidas; carentes de sentido profundo, ciegos
guiados por el olor de lo momentáneo.

En medio de la plaza del olvido; allí donde
todos andan confusos sin un destino que les
guíe una ocasión para brindar con la felicidad,
un instante con el que sentirse alguien.

En una encrucijada aparentemente sencilla
Si o no. Bien o mal. Fuera o dentro. Lejos y cerca.
Y en medio no queda sitio para un corazón
roto por la incoherencia de lo incomprensible.

Se abandona al destierro aquel marinero
que nunca tuvo tierra, que fue sincero
con su misión, que nunca ocultó su pasión.
Finalmente mueren las ansias y la ilusión.

Envidio, a la vez que odio, ese falso sentimiento
enmascarado. Aquella falta de pasión con la que
se devoran los jóvenes ansiosos por probar
el elixir de lo evanescente, de lo volátil.

Reconozco que yo también soñé una vez con
devorarte de aquel modo, con el ansia de la
primera vez, con la furia calmada después
de tumbarme abatido a tu lado.

En pensamientos, sólo, relleno perfectamente
el hueco que dejaste donde recuerdo todas
las noches furtivas que entre sueños combatimos.
Trago aire sucio y de nuevo contengo un suspiro.




III.

Esta vez no puedo maldecir ninguna
de las palabras aquí utilizadas.
Porque después de todo, esa misteriosa
divinidad nunca quedará perdida.

Se resume entonces todo a no haber
cambiado de vida, y la única manera
de solucionarlo sea olvidar que exististe
cualquier fría mañana de este triste enero.

Pero cómo olvidar aquel dulce sabor de
un verso, dicho por tu presencia y escrito
con esta misma mano que ahora se condena
en son de retirada, blandiendo blanca bandera.

Desaparecer está de más, incluso si debiese hacerlo
seguirías aquí por mucho mas tiempo del que imaginas.
Muchas canciones dirán cierto lo que creo posible.
Tú cualquier día despertarás con otro nuevo nombre.

El tiempo hará que yo también lo haga, que confíe
de nuevo en la adversidad sus inclemencias,
entregue sin mirar de nuevo el hábito de penitente
que cuesta tanto llevar algunas veces.

No clamaré venganza, ni reclamaré una segunda
oportunidad exigiendo que conmigo regreses.
No diré tu nombre nunca en vano, quedará siempre
guardado entre líneas que otro día escribí.

Todo esto es por no quemar toda la poesía y
arrasar en vano con todo lo que ayer me definía.
Son cientos de líneas que se esgrimen con paciencia
cada delicado momento, estropeado con palabras.

Nunca quedará una poesía acabada, como no quedan
resueltos los grandes misterios que esconden sus causas.
Aquí nunca expresaré lo que intentaba explicarme a mí
mismo, justo en esta humilde y solitaria madrugada.

Pero apago y desconecto
este humilde cuerpo
que agotado por
pensar en vano
se consume.

Sólo puedo decirte
lo mucho que lo
siento.

Volvería a cada momento
en los que el tiempo
volaba, sin condenarse
a ser eterno.

Jack Red. Salamanca, (9-2-2010)

El fin de la poesía

EL FIN DE LA POESIA.

Cuando, no queden,
no se recuerden, o ni
siquiera existan
bellos atardeceres, como
bellas las cosas; será entonces
cuando, no exista
poesía.

Y dejen mis ojos de ver
de la mejor manera posible
la infinidad de la belleza
acabaré de escribir
esta inacabada
poesía
que fragmentada
se cuenta a lo largo
de toda una
vida.

Jack Red. Salamanca, 11-4-2010

Acid Jazz

I.

A los encantos
de Shiva
me acojo
en esta madrugada.

Volcanco estos versos
que bailan al son
de una triste
melodía;
calada en forma
de un gran
infinito
de teclas.

La suave vibración
se transporta
heredada
con los
avances.

Siento ahora a
la música entrar
en mi cuerpo.

Y me inundo
de ella
en son de dejar
un dulce
tesitimonio
de esta
ácida
velada.

La velocidad del
círculo de los
acontecimientos
gira poniendo a
cada parte
en su perfecto hueco.

Se encajan las
piezas del sistema
y se acaba...

como la tinta de
un bolígrafo
cansado de
decir
nada...



II.

Dejo ver el amanecer
de verano,
transportado
a mis pupilas
en un simple
espejo...

Acuñando en mente
profundos pensamientos.
no delirar
por delirar,
pues no es
momento.

No se disfruta
con el viaje
astronómico:
sino se disfruta
del viaje
astronómico.



III.

Caen conmigo las
cenizas en
el cenicero;
mi alma, descomponiéndose
en versos.

Nacer de lo profundo,
¿podría ser
crear?

No recuerdo a favor
de quién
compuse esta
catastrófica
balada,
[siempre sonarán
mejor las
palabras]

que nacieron,
para ser comunicadas.

Nunca se contradice
el que lucha
por la
verdad;
ahora, desde
tiempos
remotos, también.

Pero esperemos
que el mundo
abra su
mezquino
corazón
en son
de empatía
por el simple
hecho de
la nada.



IV.

Todos somos
nuestros Freud's
por dentro...

Automedicarse
la razón...

Horas perdidas

Perdidas
tantas horas
como trenes
que nunca llegaron
a la estación
correspondiente.

Se quedaron congelados
con el frío del
invierno.

Ni el calor derritió
los engranajes
congelados que hacían
funcionar las
grandes locomotoras.

Angostas las vías
y los trechos
por recorrer todavía
más.

Ellos se quedaron
sin su habitual
respuesta
y deambularon como
zombis
entre la muchedumbre
sedienta.

Muertos de sed
injustificable
e insaciable.


Jack Red. Salamanca, 5-2-2010

Rápido amanecer (9:50 AM)

De nuevo vuelvo a observar otro difuso amanecer desde el balcón que se abrió una fría noche con el viento del aire susurrando sus planes en un lenguaje indescifrable, oculto para un oído tan poco avispado como es el humano. Destrozando frecuencias, derritiendo límites: congelando ese instante en un punto indeterminado de la memoria, cualquiera, no importa.

Desde arriba se puede ver el ambiente hostil, enfundado en una búsqueda incesable del deseo de la eternidad, de permanecer inmutable ante la gran ola que se desatará horas mas tarde. La gran ola, esa que estalla con fuerza contra muros y barreras dejando a su paso una húmeda marca de su presencia.

Los funambulistas de este circo cutre, que huele como huelen las lonas viejas que no se cambian porque siguen cumpliendo su función perfectamente. Una triste función en medio de la arrasadora incoherencia. Un espectáculo extremo y ofensivo, plagado de símbolos, verdades, no-verdades.

En medio de la ceremonia fúnebre se oirá un clamor de ira y venganza, por todas aquellas cenizas que un día volaron buscando ser inspiradoras para alguien. Llenas de una especie de vida muerta atragantada como se atraganta un pedazo mal masticado de carne fibrosa en la garganta.

Vuelven los pájaros a entonar la dulce melodía que anuncia la llegada de una nueva mañana, y yo, desespero ante una pantalla, inmaculada: blanca como la inocencia. Yo canto mi melodía, de nuevo en un solitario amanecer tan lejos de mi cama.

Creo que el sol empezó a colarse por la ventana hace un par de horas, pero ahora que lo miro realmente soy verdaderamente consciente de que su apogeo está todavía por llegar.

Esperamos ese calor.

Sumimos en sueños para despertar con su sabor en la boca.

Con su olor en la punta de las pestañas.

Cerrados los ojos, queda abierta la gran puerta.

Callejones con salida cerrados por vacaciones.

El sonido del teléfono de un motel de carretera.

La fluidez con que se amolda el chorro de agua.

La solidez del viento que corta la cara descubierta.

Rápido amanece como fugaz es la mirada extasiada.

Y se queda para siempre abierta
aquella antigua herida que
suspiró ser cerrada con
alguna de estas
sórdidas
canciones de madrugada.


Jack Red. Salamanca, (cualquier posible amanecer)

La manzana colgada


Recuerdo esta historia como borrosa, con los detalles imprecisos por el tiempo. Detalles olvidados, como los de una película que habías visto anteriormente, pero que olvidaste porque el olvido es así: se lleva lo que quiere. Simplemente hablar de ella hace que vuelva a suceder.

Antes las tardes caían menos pesadas, eso si que lo recuerdo perfectamente. Es un recuerdo imparable, casi obligatorio: como el tiempo devora los momentos, llevándoselos muy lejos. Demasiado lejos para nuestro pequeño afán de seres humanos. Allí donde no podemos alcanzarlos. Ahora, el tiempo se deshace entre nuestras manos, viendo como caen las cosas que intentamos coger. La impotencia se estrella con ellas en el suelo y aquí nos encontramos nosotros: observando como los siete años de mala suerte afectan a nuestra ya abrumada por sí sola vida.

Corren las líneas como coches por el carril izquierdo, con prisa por llegar hacia ningún sitio. Mientras, la vida transcurre en el otro sentido, con un hilo musical perfecto. En la dirección opuesta. Yo fumo, mientras guío con suavidad al coche por el asfalto. Intentando llegar a un destino seguro, deseando frenar suavemente para apagar el motor en el garaje de casa. Quitarme el cinturón de seguridad y bajarme del coche. Pero nunca nadie está esperando a que bajes de él. Nunca nadie te pregunta por aquel viaje: ése viaje que hiciste sólo, buscando una salida, una respuesta, un por qué. Ese misterioso Por-Qué.

Pero Por y Qué suelen llevarse mal juntas. Ese porque, que queremos escuchar siempre a tiempo. Pero que siempre hallamos la respuesta cuando de nada sirve actuar. Aquí es donde surge la idea de viajar hacia un pasado conocido, para cambiar el rumbo del presente. Para evitar haber preguntado el famoso Por-Qué. Para evitar condenarnos por las palabras dichas sin medida.

Hoy despierto con otro nuevo nombre para mí. Será distinto del de ayer, donde fui otra persona que recordaba sueños; mañana, seré otro nuevo hombre. Es imposible saber quienes somos hasta que lo dejamos de ser.

La manzana sigue colgada en el hilo: pero no hay dos bocas que luchen por llevarse un bocado, besándose por equivocación. Besos fugaces, cortos y sin sentido.

Desearía no haber colgado aquella manzana. Desearía no poder imaginar estas líneas -y todas aquellas que otro día te escribí-. Desearía no haber probado aquel primer beso equívoco, como deseé tanto tenerlos en abundancia. Desearía no haber desgastado tantas lágrimas saladas intentando escribir una poesía perfecta. Desearía no haberme creado una banda sonora para cada momento. Desearía que no tuviese el sentido que ahora tiene cuando la escucho. Desearía borrar tu recuerdo y que fueses como una más. Y mas que nada, desearía que el sol amaneciese contigo y conmigo una vez más.

Ya sólo me encuentro cómodo entre humo denso, que me acolcha los oídos y me serena el alma. Invocando a este olvido del que ahora quiero ser un fiel amigo. Este que borra el tiempo. Que borra las tardes ahogadas esperando. Fumando mientras espero que el día cambie. Que el móvil vibre en la mesilla, tener un correo nuevo. Algo.

Es imposible no escupir esta lluvia de ideas absurdas. Como mi viejo amigo mira las algas en los retretes, yo no paro de observar que entre la saliva y los mocos hay un poco de sangre de esta vieja herida. Esa herida que se abrió algún día, en un lejano pasado. En un tiempo en el que no concebía lo que era-es-será.

Algún día le encontrarán explicación.
Y volveremos a nombrar a aquel Dios que un día tuvo su reconocimiento.
Al que se le rinde tributo sin quererlo.
Un tributo cálido.
Como el calor de aquellos labios fríos.

Creeremos algún día, en el amor.

Sabor a bilis

La vi marchar
con su paso
decidido, avanzando entre
la multitud, alejándose
a cada paso una
eternidad.

Yo allí
en medio de la
nada: palpitando un
último instante antes de
que en vano desaparezca su
inconfundible imagen.

Volveremos a encontrarnos
en sueños profundos
que nunca imaginará, compartiendo
un instante jamás imaginado
que nunca existirá.

No pasan nunca del todo
algunas nubes negras, se
quedan estancadas en mi
triste y absurda miseria.

Mas si bien mañana, volverá
a ser la que siempre era.


Jack Red. Salamanca, 14-4-2010

Desayuno de un Martes y 13

Que la ceniza, no sea
derramada en vano.

Que el vaso no se vacíe
por llenar otro que acabará
rebosando.

Se vuelcan solos todos los pensamientos,
en cuanto pueden escapar: vuelan alto
y se estampan en algún papel arrugado.

Vuelven a ser las macetas
los habituales ceniceros
y mueren todas
contagiadas por la miseria
que transmite ese odio encerrado, liberado
a través de cualquier negro agujero.

Se baten las alas que no existen, en un
desesperado intento de alcanzar
el cielo, alejarse de esta plenitud
de miradas vacías, de fronteras sin
cruzar, de trenes que marcharon, de canciones
sin cantar.

Aunque beba, del elixir de
los profundos pecados, vuelve
siempre a su sitio la imagen
que nunca se olvida.

El cristal empañado.
El olor a tabaco en el ambiente.

¿Qué hacer cuando es imposible
borrar el recuerdo que azota
cuando divisa a lo lejos a aquella
que un día tanto fue y ahora no
es absolutamente nada?

Nunca supe que el aire
pudiese tirar este sólido
castillo de naipes.

Un latido profundo me hace consciente de
que todavía sigo con vida.

Se repiten sucesivamente
queriendo hacer explotar mi corazón.

Es hora de pasar página y acabar
con este cruel sueño del que nunca
saldré en vano.



Jack Red. Salamanca, 13-4-2010

Horror Vacui



HORROR VACUI

Horror Vacui.

Miedo al infinito
vacío que se extiende.

Mi cuerpo gime
cansado
ante esta pantalla en blanco.

Esnifo cada cruel
momento
reflejándolo
en crudos y amargos versos.

La llama vuelve a fulgir
desatada, transformando
recuerdos en
imágenes demasiado
grabadas en la memoria.

Tantas noches susurrando
al viento poesías inmundas
que acaban con la desesperación
y la cruel asfixia a la almohada
cuando el corazón late a mil
y en el tarro de miel ya no queda nada.

La noche avanza,
se consume, tras
esta última calada
que dejaron desatadas
tantas pasiones en gestos
reveladas; forjando un
destino no existente
entre líneas turbadas.

Se apagan las luces de aquella
vieja fachada que antes
brillaba con el sol
en cada mañana
donde el invisible astro
casi ni siquiera reflejaba
al completo su
total esplendor,
quemando mis retinas.

Quedan.
Velas apagadas.
Cigarrillos consumidos por el tiempo.
El ruido del cristal roto de una botella que fue compartida.
El amargo sabor del speed en la garganta.
La sensación de no saber en qué cuerpo habitabas.
La flecha de una brújula que confunde el norte con un imán.
El sabor del adiós cuando es hasta nunca.
La frase difunta.
Las palabras fuera de contexto.
Un papel tachado, inacabado.
Lo que quise decir y nunca supe explicar.
Las decenas de velas que he encendido ya sin conseguir alumbrar.
El paraíso perdido en el fondo de una lata de cerveza.
El estómago vuelto de resaca.
El final de un peta de marihuana.
La espera a nada.
Las horas muertas que pasé explicando una mirada.
Todas.
Las excusas.
Viven por querer ser.


Alex Solla, Salamanca 13-4-1969

Un vertedero de basura, como otro cualquiera.


Nueva era: la de la revolución informática, o como quieran llamarla. El caso es que aquí nos encontramos, en el mundo del World Wide Web, en pleno S.XXI: el “libre” acceso a la información (que a veces es más desinformación que otra cosa, pero que le vamos a hacer).

Cada uno puede buscarse una ventana para gritar al mundo lo que desee, enseñar una foto o hacer escuchar una canción (por suerte o por desgracia). Millones de millones de 0 y 1 en una galaxia de redes codificadas, al acceso de casi cualquiera. Pero, como siempre, se utilizará para mal en demasiadas ocasiones y como ya se viene viendo, el control cada vez es mayor y nos acabarán haciendo pagar por todo – como siempre, vaya.

Yo sólo soy uno más entre la multitud, levantando un poco siquiera la voz para dar mi visión de los hechos. No pretendo que sea la mejor, ni la peor; incluso no pretendo que sea algo, simplemente soltar lo que me apetezca. Al que no le guste, que no lea, vea, oiga -of course, se aceptan críticas, si queréis cagaros en alguien, hacedlo en mí a través de los comentarios.

Bueno, como muchos han hecho ya, uniré mi teclado y mis manos para soltar lo que piense que pueda tener algún sentido, o tal vez no lo tenga (lo cual ahora no viene al caso). El que nunca haya dicho una chorrada, bien por el. Caer en el error puede ser la mejor manera de arreglar muchos fallos.

No tengo nada más serio que contar. Disfruten de la mierda gratis, saludetes.


Jack Red. Salamanca, 15-4-2010.